“Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Éste vino por testimonio, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por él. Él no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.” (John 1:6-8)
Luego de meses de preparación, el momento finalmente ha llegado. Los invitados acuden temprano a una ceremonia en la que cada detalle ha sido sincronizado con gracia y belleza. El pastor termina con su mensaje después de que el novio y la novia dicen sus votos. Se miran profundamente a los ojos y sonríen con felicidad.
La multitud está lista para ponerse de pie para disfrutar de la celebración de la boda. Este es el momento que todos esperaban: el anuncio público de que ya son marido y mujer. El pastor eleva la voz y dice: “Los declaro marido y mujer”. Mira al novio y le aclara: “Puede besar a la novia”.
Después de 400 años de silencio revelador y mucha anticipación, Dios empezó a hablar a través de Su siervo, Juan el Bautista. Juan era un profeta valiente y aventurero. Aunque era profeta, no era un erudito religioso. No era un héroe político o un empresario astuto. Dios le dio a Juan una misión muy sencilla—ser testigo de la Luz de Vida, Jesús.
Su propósito era el dar evidencia a todo hombre de que Jesús es el Cristo, el Mesías prometido. El profeta Isaías declaró, “El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sí, la luz resplandeció para los que vivían en un país de sombras de muerte” (Isaías 9:2). El propósito de la vida de Juan fue preparar el camino para Jesús y proclamar que Él era la Luz de Vida. Juan fue enviado a proclamar.
En la misma manera, usted fue enviado por Dios para proclamar las buenas nuevas de Cristo Jesús. Dios le eligió para hablarle a otros de Su gran amor. Él quiere que todos vengan a conocer a Jesús como el sustituto para el pecado y la obra de redención en la cruz del Calvario. Dios desea que todos conozcan el poder de Su resurrección para la vida eterna. Usted ha sido enviado por Dios para proclamar Su mensaje de justicia, amor y esperanza.
Repase: Abra su Biblia y lea Juan 3:25-28
Reflexione: Considere lo siguiente: ¿Está mi vida atrayendo a otros a Jesús? ¿Qué puedo hacer para testificar más de Jesús?
Responda: En oración, pregúntese, “Señor, ¿qué debo cambiar a la luz de estas verdades? ¿Cuáles pasos debo tomar?”
Un Devocional de nuestro libro, Andando con Jesús.